La manida reinserción social
Frecuentemente
se escucha a autoridades y a supuestos expertos en la materia decir que
al delincuente hay que reinsertarlo en la sociedad para que, por
supuesto, de esta manera deje de delinquir. Recuerdo a uno de mis dos
abuelos, que era agricultor, decir al respecto de la crianza de los
niños que había que criarlos derechitos desde chicos porque, igual que
un árbol que crece chueco cuando grande es imposible enderezarlo.
Tratándose
de seres humanos no tomo literalmente las palabras de mi abuelo, aunque
coincido completamente con él en eso de criarlos derechitos desde
chicos. De seguro que algunos delincuentes, afectos quizás a una muy
impactante experiencia o a una muy grande influencia de algún ser humano
ejemplar en medio de algún trance también impactante, puedan cambiar e
“insertarse” en la sociedad, en donde puede ser que nunca hayan estado
insertos (para usar la misma expresión).
Dicho lo
anterior, deduzco que es imposible que el estado tenga la capacidad de
lograr la inserción o “reinserción” de un porcentaje significativo de
delincuentes, además que el empeño requeriría de la inversión de grandes
recursos humanos y de dinero.
Yo les
diría a los gobernantes de todo el mundo que, a mi modesto entender, la
única manera de tener un país o un reino libre de delincuentes es con la
verdadera justicia, es decir con esa de “dar a cada cual lo que se
merece”, entendiendo que cada ser humano merece obtener de la vida lo
suficiente como para vivir dignamente, con todo todo lo que ello implica
en cuanto a trabajo, vivienda, alimentación, salud, esparcimiento, etc.
y, a mi entender, aquí viene lo serio del asunto puesto que está
comprobado y demostrado hasta la saciedad que la sociedad capitalista
jamás podrá alcanzar tal estándar, puede que en el mundo hayan dos o
tres sociedades que estén cerca de él, pero no más. Si me preguntan por
los EE UU por ejemplo, les diría que está muy lejos de aquello, basta
con ver que proporcionalmente es uno de los que más reclusos tiene en
sus cárceles, amén de otros índices igualmente decidores.
De manera
pues que espero que los gobernantes de todo el mundo y en especial de
este país llamado Chile, que si realmente quieren acabar con la
delincuencia se empeñen en alcanzar para los pueblos la verdadera
justicia, aunque me temo que a la mayoría se les va a hacer muy difícil
puesto que esto significaría lograr sociedades de economías socialistas.
Como decía el Che Guevara “Socialismo es buena vida para todos”.
Otra cosa
que tengo que agregar y muy importante es que la delincuencia, junto a
otros males como la accidentalidad, la corrupción, la colusión, etc. no
son otra cosa que síntomas que partiendo de la falta o falla de la
aplicación de controles sobre los riesgos por parte de los organismos
del estado se reproducen en todas las organizaciones del país, hasta en
las hogareñas.
Por lo
antes expuesto y yendo al fondo de la cuestión es que sugiero al
gobierno que cree el ministerio de control de pérdidas, con el cual me
atrevo a decir que en un principio la nación se ahorraría decenas de
miles de millones de dólares anuales y una de las primeras acciones de
fondo de dicho ministerio debería ser el establecimiento de la enseñanza
de la prevención de riesgos a lo largo de todo el período educacional
de nuestros niños y jóvenes.
¡Córtenla con eso de la reinserción social!
Muy de acuerdo... Desde una mejora en la educación con igualdad y cruzando con todos los temas que nos constituyen como sociedad es prioritario para cambiar este sentimiento de injusticia que hoy sentimos los chilenos,
ResponderEliminar